Esas raras telas nuevas...


No sé bien porque, ir a Boedo para mi es como una excursión que merece una planificación especial. Boedo es uno de los tantos barrios porteños y sobre su avenida principal de mismo nombre, se congregan todos los mayoristas de materiales para calzado y marroquinería. Será que me intimida la variedad de materiales disponibles, será que está fuera de mi recorrido de rutina... quién sabe porque pero disponerme a ir es todo un evento. Cuando este año me pico el bicho de querer embarcarme en la aventura Boediana resultó que el subte en Bs As estuvo de paro 10 días seguidos (tiempo récord), si con todos los medios de transporte a disposición esta aventura me resultaba una proeza en esas condiciones no era menos que imposible. Puse mi deseo "on hold" y el primer día que el transporte estuvo completamente restituido me lancé a la aventura. Claro que lo que no hice fue ver el pronóstico que brinda el servicio meteorológico (cosa que nunca hago) y cuando ya estaba embarcada en mi aventura sobre el 127 a punto de cruzar la avenida Boedo caía granizo, soplaba un viento que doblaba los paraguas y yo tocaba el timbre para avisarle al conductor que esa era mi parada. 
Como si fuera Don Quijote contra los molinos de viento y sin paraguas me lancé a mi recorrido Boediano. Todo este cuento es para decir, que en  una de las casas encontré este material, una especie de goma que tiene una terminación similar al neoprene, andaba buscando yo colores que se relacionaran con cobre y sus productos de corrosión o sales, y ahí estaban para mi estos dos tonos, el verde carbonato de cobre y el azul sulfato de cobre.
Ya en casa estampe estas tramas de cabezas de clavos y tornillos. Los retazos estaban listos para convertirse en estuches y carteras.

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